martes, julio 3

Presidente Marioneta, Contendiente Derrotado

Domingo por la mañana, primero de julio. Se siente emoción, esperanza, incertidumbre, ganas de (por fin) tener ante nosotros un camino nuevo...
Más tarde el desconcierto, la incredulidad, el miedo, la indignación y el coraje de ver las encuestas tomando el camino que sabíamos (muy en el fondo) que tomarían pero que esperábamos que no lo hicieran porque significaría que todo el esfuerzo hecho sería arrastrado de nuevo por el poder del FRAUDE y el DINERO.


Padres con miedo por sus hijos, pidiéndoles que no salgan el domingo porque habrá disturbios; hijos indignados al ser testigos de la represión, el engaño y el miedo del que tanto habían oído hablar...


Miras la tele acostado en tu cama y ves a Peña agradeciendo la confianza. ¡Qué confianza ni que carajos! Te duermes con un mal sabor de boca, preguntándote qué será de tu futuro ahora... 
¿Habrá una revolución? ¿Habrá más crimen? ¿Se calmará el problema con el narco gracias a nuevos acuerdos presidenciales? ¿Privatizarán Pemex, el IPN, las Vocacionales? ¿Quitarán las materias humanísticas de tu plan de estudios? ¿Te harán trabajar más y pensar menos? ¿Te acostumbrarás al PRI y acabarás votando por el para ir a lo seguro o seguirás buscando un cambio, enseñándole a tus hijos a pensar diferente para que ellos hagan los que tu generación no pudo?¿Qué tanto podrás aguantar sin libertad de prensa, sin información verídica en los medios, sin ingresos seguros, pagando tu tributo al narco de la esquina para que no te mate a ti o a tu familia?
¿Hay esperanza? ¿Podría alguien, por favor, decirme qué pasará ahora? ¿Debo tener miedo? ¿Es aceptable no querer pelear, querer tener un gobierno responsable sin levantarse en armas?
México lindo, México amado... ¿Qué vamos a hacer ahora que ha vuelto el dinosaurio?







Si el país se fuera al carajo porque Peña es un estúpido y no porque alguien más lo manipula desde atrás podría entenderlo, pero que alguien decida nuestro destino con la mano en la cintura para beneficiar sus bolsillos, eso sí es INACEPTABLE.
Ay Peña, Peña... ¡¡Si tan sólo hubiera pasión en lo que haces la gente no te odiaría tanto!!


Estas elecciones fueron francamente frustrantes. Como candidatos teníamos a un incompetente copetón que desde hace cuatro años yo supe de buena fuente que sería el nuevo presidente (aunque no quería creerlo), a una mujer cuyo único atributo como candidata era tener una vagina y un par de pechos, a un "Titino" con gafas curiosas, bigotito chistoso y la mano de Elba Esther Gordillo metida en el culo cual vil merolico, y por último a un viejito que ya se había presentado como candidato hace seis años y que a pesar de todo el cariño del pueblo había sido manchado una y otra vez desde las últimas elecciones.
Ahora sí que ni a cuál tirarle, pues el que pintaba como el más competente ya había perdido contra un pendejo una vez, así que ¿quién nos asegura que no perderá de nueva cuenta contra este otro que, para acabarla de amolar, está más carita y ya embrujó con sus encantos a las mujeres del país?

En cuanto vi cómo estaba pintando el panorama me acordé del 2006: Caos, esperanzas vanas, gente creyendo que la era del PRD venía inevitable. Me recuerdo en el cierre de campaña de Obrador, aplastada entre la multitud, luchando por tocar la mano de este señor que tenía en la cara el rictus de la esperanza herida. El Zócalo estaba lleno a más no poder, los simpatizantes apestaban a sudor pues la mayoría eran obreros que venían del trabajo y que, haciendo a un lado su cansancio, acudieron a la cita para demostrarle al candidato de izquierda que no estaba solo. Me acuerdo del miedo que tenía yo por ir ahí. Esperaba ver una bengala cayendo sobre nosotros desde un helicóptero o la mano de un hombre sosteniendo una pistola y volándole los sesos al señor Obrador. Entre Colosio y el 68, ya no sabía qué le harían a este hombre que seguro ganaría. Podría haber jurado que iban a matarlo.

Entonces se llegan las elecciones 2006 y permanecí despierta hasta medianoche atenta a las gráficas. Mi sonrisa era inmensa, estaba llena de esperanza al ver la barra amarilla creciendo más y más, dejando atrás la barra azul que tan peligrosamente se acercaba. De pronto el cortón. Se apagaron los sistemas y la gráfica desapareció de pantalla unos segundos. De pronto mi sonrisa se desvaneció. Parecía como si a los azules les hubieran dado Emulsión Scott, porque la barra panista creció hasta rebasar a la amarilla por varios miles de votos.
Me quedé atónita. Imposible, me repetía una y otra vez. Diez segundos le bastaron al IFE para cometer el fraude más descarado que yo hubiera visto en mi vida. Luego, la toma de poder, con Calderón entrando por la puerta de atrás y de noche, además de todo. Cabrones. Cobardes. Mentirosos. Y la cara de desilusión del candidato perredista no fue nada comparada con las caras de indignación y desconcierto de los miles de millones que votaron por él.

Cuando se acercó la fecha de las elecciones en 2012, ya se veía venir el fraude, de nuevo. Usaron una guerra sucia con la intención clara de devaluar al candidato del pueblo, pero la gente ya lo conocía y sólo se dejaron engañar los mismos que no quisieron creerle seis años atrás. De pronto, los jóvenes despiertan. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, de secundaria a universidad, estábamos profundamente indignados al ver el descaro con el que se manejaron los medios desde el primer momento. 

¡Nos trataban como idiotas! ¡Nos creían parte del grueso de la población, parte de las masas que ven televisión la mitad del día y toman la palabra televisiva como "Palabra de Dios"! Creyeron que íbamos a dejarnos hervir a fuego bajo igual que el resto de las ranas, pero no contaron con que nosotros aún sabíamos saltar. Nos llamaron acarreados, comprados, calumniadores, desinformados, volubles, manipulables, irresponsables, rebeldes. 
¿Nuestra respuesta? Nos unimos bajo un sólo nombre: "Yo soy 132". Miles de jóvenes nos conectamos e identificamos como camaradas, gente que buscaba el cambio que nuestros padres susurraban con miedo. Apoyamos en silencio a los universitarios que tomaron el movimiento en sus manos, rechazamos despensas y propaganda diciéndole a los partidistas: Yo soy 132 y mi voto no lo compras. 
De pronto saltamos a la vista de los partidos. Se dieron cuenta que los jóvenes somos un grupo totalmente libre, pues no pueden comprarnos con dinero, ni promesas. Somos los escépticos, los letrados, los que estudiamos de sol a sol y entendemos la urgencia de no caer en lo mismo. 

Después surgimos los "Yo soy 133", jóvenes menores de edad pero que también queremos un México mejor. Hubo marchas, un debate (del que Peña Nieto huyó), varias propuestas y uno que otro escándalo, pero lo más importante, la gente comenzó a reaccionar

Un cierre de campaña más y el señor Andrés Manuel López Obrador llena el Zócalo y lo rebosa. La gente se quedó parada hasta en las avenidas con tal de escucharlo, de estar ahí, de mostrar su apoyo. Un movimiento sorprendente de unión y conciencia recorrió filas panistas, que al ver el desastre en el que terminó su candidata decidieron apoyar el movimiento obradorista en pro del bien común. Fue enorme, magnífico. El aire vibraba con la expectación, la esperanza, la certeza. Las encuestas independientes mostraban a Obrador como el ganador absoluto por una aplastante mayoría. Jóvenes y muchas veces hasta niños hicieron labor de concientizar a sus familiares para que votaran por la mejor opción para México. Se hicieron olas informativas a través de Facebook, Twitter y hasta Tumblr. Se denunciaron miles de intentos para comprar el voto, y todos ellos Priístas. 

Y entonces pasa. Amanece. Gente vota. Muchos no pudieron votar pues observadores de casilla y agentes del IFE argumentaron que no había más boletas cuando en realidad cancelaron miles de ellas. De pronto lo siento. Opresivo, incierto, oculto. Es el miedo. Me pregunto qué pasará si no gana Obrador. No hago caso y concentro mi fuerza mental para ver si funciona la ley de la atracción. Busco enviar esperanza y calidez a mi candidato, pues imagino los nervios que debe estar experimentando. Pido al Universo que no permita un fraude. 

Se llega la noche y no quiero mirar. Sé el resultado. Peña Nieto gana aunque no ganó. Irónico, ¿no? Ganó según Televisa, ganó según el IFE, ganó según el PREP, pero perdió según el pueblo. Me duermo con trabajos, tengo mucho miedo de lo que nos pueda suceder. Casi puedo ver la mordaza cayendo sobre nosotros.

¿Qué será de los jóvenes que nos levantamos en mayo? ¿Y de los 131 estudiantes de la Ibero que publicaron sus rostros y nombres en Youtube? Casi puedo ver sus funerales, los titulares de "La Prensa": Muere un grupo de estudiantes de la Ibero por andar de fiesta. Los harán parecer un bonche de jóvenes revoltosos, drogadictos, alcohólicos e irresponsables, y luego, casi por casualidad, saldrá a la luz que esos fueron los jóvenes que atacaron a Peña, casi como para mostrarle al pueblo que desde un principio sólo eran una bola de escuincles imbéciles. 

Exterminarán uno a uno a todos los líderes de los movimientos juveniles. Cabezas rodarán en el suelo de la ciudad de México, en Puebla, en Guanajuato, etc. Serán "accidentes", encuentros con el narco, riñas familiares... Morirán de mil maneras distintas en un macabro mensaje de miedo: "enfréntame y morirás". Nuestras voces se callaran lentamente y sólo nos quedará morder almohadas y gritar en la soledad de nuestros cuartos por la noche. Poco a poco, portar los colores de tu universidad será casi un suicidio. Se acortarán planes de estudio y en las ferias de orientación vocacional desaparecerán por arte de magia los espacios dedicados a la filosofía, sociología, etc. Modificarán de nuevo el plan de estudios de las primarias y secundarias y la historia de México empezará en 1810, sin mencionar Tlatelolco ni Atenco, ni el fraude electoral de los pasados 12 años. 

Usualmente yo diría: "¡Adelante, levantemos las armas! ¡A pelear!" Sin embargo hoy tengo miedo. Y temo porque  deseo llegar a la adultez con paz y tranquilidad, ver a mis hijos crecer y estar con mi familia. Sí, sueno como una vieja cansada de pelear, pero así es como se ven las cosas ahora. 

¿Si peleamos, podremos vencer al PRI? ¿Qué tan malo es que vuelva? ¿Y si ahora sí se aplaca la lucha contra el narcotráfico? ¿Y si... todo vuelve a estar como antes?  ¡¡No, me rehúso!!

¿Qué hacer entonces, qué hacer?  Mientras, yo seguiré escribiendo en tanto tenga la libertad de hacerlo. 

¿Saben? Recuerdo mucho la imagen que había en la tele el domingo. En ella, Peña se mostraba victorioso, sonriendo de esa forma tan ensayada que él tiene, y del otro lado estaba Obrador, encorvado sutilmente, con los ojos cansados y el andar decepcionado. Debe ser duro saber que ganaste y aún así, ver a otro llevarse la corona que tú mereces. Luchó a sol y sombra, bajo la lluvia y las tormentas, con ímpetu y honestidad, durante casi ocho años. Levanta la mirada y aún tiene esperanza, fe en un milagro que se lleve la corrupción y lo muestre ganador legítimo, aún cuando él sabe (todos saben) que comenzó el acto circense del Presidente Marioneta y que él habrá de volver a los brazos del pueblo que lo alzó con el indignante título del Contendiente Derrotado.

1 comentario:

  1. DECEPCIÓN LA HAY, PERO EN REALIDAD YA NO SÉ SI LA RAZÓN ES POR APOYAR UN PROYECTO QUE PARECE IRREALIZABLE, O QUE AL PARECER A "LA MAYORÍA" DE NUESTRA DEMOCRACIA NO LE INTERESA O PARECE ASUSTARLE O,PEOR AÚN, LES CAUSA LA INDIFERENCIA DEL "PARA QUÉ SI YA TODO ESTÁ ARREGLADO". CREO Y COINCIDO PLENAMENTE CON ANDRÉS MANUEL, QUE ESTO ES UNA DECISIÓN POR CONVICCIÓN Y NO POR CONVENIENCIAS

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