sábado, octubre 29

Primera vez de Mariana en Macondo

Porque siento que moriré si me sigo resistiendo, te lo digo. Sólo porque moriré si no me aparto, lo confieso.
Sí, confieso. Lo acepto. Te amo.
Ódiame si quieres, no me importa, porque yo no quiero amarte. Nunca quise, pero mi corazón me desobedece cuando ve tus ojos llenos de luz, tu cabello dorado cobrizo enrollándose en pequeñas y suaves ondas detrás de tus orejas, tu horrenda boca divina que me sonríe con una energía exorbitada…
Eres demasiado bueno para ser cierto, y siento que no tengo ni una sola oportunidad de acercarme más a ti. Pero, aún así, cada mañana entras y lo primero que haces es saludarme y mirarme fijamente un rato mientras me dices trivialidades de tu vida, como si de veras creyeras que me importas tanto, como si pensaras que me hace feliz escucharte hablar, verte sonreír…
No, te equivocas, no es una declaración. No, no te pido nada, no, no te quiero al lado mío. Por qué habría de quererte yo, que soy tan imperfecta y soberbia; por qué habrías de gustarme tú de entre todos los hombres, tú que tanto les gustas a las demás mujeres, tú, despreciable engendro que la naturaleza creó tan bello y tan listo, tan frío y tan ágil, tan inocente, tan, tan, tan no sé qué que qué sé yo… Por qué habría de amarte yo a ti, que pareces un Adonis a la luz del amanecer, del medio día y del atardecer, a ti, que eres tan creativo y amable, tan directo y franco que hieres al oído del que no se halla bajo tu encanto…
¿Por qué tú, oh malvenido poeta? ¡Oh insolente destino, que me tiendes burlonas trampas al amparo de su grandeza! ¡Ay, desgraciado infortunio, que me has dejado acercarme inocentemente y ostentar el título de su confidente!
No, no te acerques. Ya veo en tus ojos un ligero asomo de duda, apenas una pizca de inseguridad, un pequeño e incierto brillo en tus ojos de caoba cada vez que me miras llegar… No lo hagas, te lo suplico. No te enamores de mí porque si, por ventura, te enamoras, y estás a mi lado y me besas o me abrazas, me derretirás y no podré vivir de nuevo sin ti, y si entonces te das cuenta de mis defectos y te marchas, te llevarás contigo mi corazón y yo me quedaré de nuevo seca, sola y vacía, con este frío que me cala hasta los huesos, con esta soledad que me lleva al abismo infernal del Tártaro y me hace escuchar la desgarradora melodía de Orfeo clamando por su esposa perdida…
Creí estar a salvo, creí que las heridas aún sangrantes de mi corazón ahogarían todo sentimiento que pudiera yo tener por ti, pero me equivoqué. Eres tan perfecto, tan angelical, tan inocente, tan imposible y tan misterioso que no pude evitar ser arrastrada hasta el agujero negro que eres, porque una vez que se acercan a ti las personas ya ninguna tiene la fuerza para apartarse de ti.
Sí, lo confieso. Te quiero. Te deseo. Te adoro. Te idolatro. Te admiro. Eres grande e inalcanzable y ante ti se abre el sendero de El Dorado sólo porque eres tú.
Tú, que tu nombre habla de tu destino, tú que eres la justicia de Dios… Tú, el amable en el sentido más puro de que es muy fácil amarte.
Cómo te odio, cómo te envidio, cómo te aborrezco… Si supieras la rabia que me da verte, ver cómo todo te sale bien aunque no lo hagas como se debe hacer, ver cómo suspiran por ti las demás tontas y ver que yo soy más tonta que ellas por saber mi estupidez y no hacer nada al respecto… A ti sólo se puede amarte, pues ni siquiera el odio dura mucho sabiendo que tus intenciones siempre son francas y honestas, que no dices las cosas con afán de molestar sino sólo porque eso piensas, eso sientes y así eres tú y no te importa lo que los demás digan de ti, porque sabes que de todos modos volverán a quererte y que nadie te procurará ningún mal a propósito, porque estás conciente del destino tan afortunado que tienes y sabes que si eres como eres nunca nadie se atreverá a negarte el destino que por derecho de nacimiento ya es tuyo…
Sí, lo acepto. Te amo. Pero te amo ya no como un amante sino como un amigo. Pasado el ardid del deseo y comprendida esa atracción inexplicable, te veo como eres: un ser angelical que pisa el mismo suelo que yo por un motivo. Estás en mi vida y te lo agradezco, pues has hecho en mi vida una pequeña gran diferencia.
Eres mi amigo, y te amo por ello. Aún me miras con duda, pero yo sostengo tu mirada y te la devuelvo purificada en las aguas de la confianza y la razón. No, no en esta vida, amigo mío.
Entras de nuevo cada día y detienes tus ojos en mí y me cuentas tu día ahí parado, como si el profesor no estuviera dando su clase ya. Me río, eres muy tierno aunque no lo creas.
No sé qué es lo que esperas de mí cuando me dices lo que haces. ¿Esperas que me ría? ¿Que opine? ¿Que te consuele? No lo sé, así que mejor sonrío y te escucho; veo que debajo de tu hermosa apariencia, más abajo aún de tu inteligencia y tu sentido del humor… estás solo. Eres humano igual que yo, igual que todos. Puedo identificarme contigo. Ya no eres un mito para mí, pues ahora veo tu lado humano.
Y te admiro más por eso. Eres especial. No sé qué tienes tú que los demás sentimos con tanta fuerza, pero creo que es sólo tu espíritu libre de convencionalismos, individual. Ere único. Y quizás la razón por la que tanto te quiero es que deseo ser más como tú, poder romper con todas las barreras y llevar las cosas a un plano superior…
Si estás leyendo esto seguramente no sabrás que hablo de ti, así de grande es tu inocencia, tu humildad.  Y a los demás, que quizás saben de quién hablo (seguramente saben de quién hablo), les ruego que ignoren esto. Temía publicar este artículo (y muchos otros) porque ustedes, mis amigos, mis lectores, conocerían a fondo mis sentimientos, mi yo más secreto, más íntimo… Pero si hiciera eso, no haría justicia al propósito del blog. Me paro en el centro de Macondo y me veo reflejada en los espejos, y veo mis deseos en los espejismos…
Yo soy yo, soy libre, soy maligna, soy benévola, soy fanática, soy soñadora, soy inocente y a la vez soy culpable de todo, yo soy muchas cosas y puedo ser muchas más… Tomaré el riesgo y desvelaré mi alma en mis escritos, como debe de ser. Sólo deseo que usen esto para bien, que les sirva para conocerse, para enderezar sus vidas, para cambiarlas, no lo sé.
Hoy tampoco creo dejar una conclusión concreta, perdonen mi incapacidad para ello. Supongo que la única conclusión que pueda haber, habrán de sacarla ustedes, pues lo que es yo, sólo escribo para desahogar en letras lo que no puedo expresar con palabras…

5 comentarios:

  1. Hermoso!!!! Encerio, me hiciste llorar... :(

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  2. No puedo parar de llorar, esto es tan personal...

    ¡Quiero conocer a la persona que te inspiro esto!

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  3. Gracias Joseph, te agradezco de corazón que te des el tiempo de leer estos debrayes tan fabulosos que me dan de vez en cuando...

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